La demacrada mirada que cargabas día a día, hoy se esfuma,
La cadavérica sonrisa que mostrabas día a día, hoy desaparece,
Hoy reclamas tu cielo, y lo pintas de violetas y anaranjados,
Hoy reclamas tus canales como tu propio torrente sanguíneo,
Y pululan peces y delfines, que se mueven como el pulso de la vida,
Hoy las aceras desiertas acogen el paso de pezuñas y garras,
Los animales salen de su cautiverio,
Todo es una fiesta,
El jardín primordial empieza a florecer nuevamente,
La tierra se ha sacudido las pulgas, las garrapatas, los ácaros que
éramos los humanos,
Y en esa serena meditación de casas abarrotadas de gente con temor
profuso,
La tierra descansa,
La tierra se estira concienzuda, como si estuviera en su cama,
despertando del letargo,
La tierra descansa,
Se regenera,
Por fin puede destinar los recursos de sus entrañas, el aire de sus
coposos pulmones,
A las aves, para que viajen libre, para que hagan piruetas,
A las abejas para que polinicen las flores que se abren seductoras,
Desde los balcones viejos y silentes hasta los cementerios abarrotados,
Todos los homínidos compungidos, llorosos, temerosos, arrepentidos
quizás,
La noche de la purga ha llegado,
Gaia ha despertado y es su momento de sacudirse el yugo mortífero que
somos,
La carga muerta que representamos,
Gaia estira sus raíces,
Sus cabellos acuosos se ven más sedosos y limpios que en muchas
décadas,
Su aire se siente ligero y sin olor a alquitrán y tabaco,
Los elefantes retozan en cultivos abandonados,
Las cigarras y grillos cantan a la luna…
Es tiempo de dormir, quizás ésta sea la manera de la madre tierra de
reclamar lo que es suyo,
Quizás ha llegado el momento de entender que somos meros inquilinos,
Unos morosos, ruidosos, sucios y malintencionados,
Gaia despierta…
Y nuestra piel y huesos serán el abono del césped que se erigirá
indomable,
Cuando todo esto acabe,
Cuando la purga cobre su cuota.
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