El dolor se ha pegado a la piel,
Como ropa sudada,
Como esa sensación salada del mar,
Y absorbe mi energía toda,
Como el diezmo dominical,
No importa si mis pies gritan que avance,
No importa que mi corazón suplique que siga,
Ya no puedo,
Mi alma toda se ha vuelto un cuajo blanquecino,
Una flema fétida en mi centro más íntimo,
Ya no credo,
Ya no hay esperanza,
Ya no queda vida palpitando en mis venas,
El dolor me ha doblegado,
Bajo su yugo me ha pisoteado como hoja reseca y caída,
Y allí han crujido mis huesos,
Mi respiración se ha vuelto difícil y lastimera,
Mis versos un inmundo remedo de la fantasía,
Me extraño con la poca vitalidad que me queda,
Me extraño, oh mierda, como me extraño…
Quisiera volver a encontrarme,
Quisiera poder volver a hallar esas sonrisas,
Esas miradas brillantes como las mañana de primavera,
Quisiera poder encontrarme,
Pues me extraño,
Me siento ajeno en este cuerpo decrépito,
En este costal de huesos y músculos lacerados,
El dolor me ha conquistado,
Me acaricio con tanta brutalidad,
Que mi gen masoquista lo alabo
Y ahora se hace más fuerte,
Mientras yo me quiebro como el ser humano en el caos,
El dolor me ha tomado para sí mismo,
Y me mantendrá rehén hasta que muera…
No me tengan lástima,
No me miren con pena,
Que ya bastante tengo con la propia,
Que ya bastante siento cuando me miro al espejo,
Recuérdenme con cariño,
Recuérdenme con la dulzura con que yo mismo me añoro.
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