Vacío está el útero de la noche,
Los fantasmas y las penas han atravesado el
umbral de su prisión eterna,
La oscuridad ha reclamado los cielos,
Las estrellas se han extinguido,
Como luces de navidad que se han ido quemando
una a una,
Y aquí nos tienes a los tontos enamorados,
Hilvanando versos,
Atizando el fuego de nuestras entrepiernas con
manos justicieras,
Desencajando nuestras sonrisas con gestos más
morbosos,
En ausencia de alguien que nos bese,
En ausencia de alguien que nos toque,
Buena es la melancolía,
Buena es la labor estúpida de la poesía,
Y así te recito salmos en mi mente,
Te susurros los cantares más dulces en mi
mente,
Sabiéndote lejos,
Sabiéndote ajeno…ajeno a estas manos, a este
cariño,
A esta cama tan inmensa como el océano,
¿Dónde te quedaste jugueteando?
¿En qué cama te encuentras gimoteando?
Sí, sé que tu piel dejo de ser un terreno pio
hace mucho,
Sí, sé que tu ser dejo de ser el altar pío de
mi credo,
Y aun así, de la manera más estúpida,
De la manera más caprichosa,
De la manera más torcida,
De la manera más pusilánime…te extraño,
Te añoro,
Te deseo,
Sí, sé que doy pena, como el velorio de un
quemado,
Sí, sé que doy lastima, como un aborto
espontáneo,
De la mujer que se muere por ser madre…
Pero, así me moldearon tus manos,
Pero, así me pervirtieron tus caderas,
A amarte,
A necesitarte…
Y hasta mendigarte,
Eso que entregas a cualquier samaritano
excitado,
Un poco de tu calor enajenado,
Un poco de la frescura de tu aliento,
Un poco de tu lascivo cariño.
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