Pensé que mis piernas temblarían como los
helechos
Cuando corre el viento aullando,
Por la ventana abierta que los alberga con
cierta indiferencia,
Pensé que me pondría nervioso como las
mariposas
Que revolotean sin decidir cuál flor usar como
su sustento,
Habiendo tantas con tan invitadores aromas,
Pensé que mis temores se escurrirían sobre mi
piel como aceite recién prensado,
Deslizándose suave y notoriamente como los
caracoles,
Sobre las hojas verdes que se doblan con su
peso pero resisten a lo tonto,
Pensé que si me besabas estaría nervioso,
Que mi estómago se enroscaría como las
lombrices entre las raíces,
Y que me dolería pasar la saliva como si esta
fuese de cloro,
Pero no, no sentí miedo, no sentí premura,
Estuve tranquilo como el agua en un vaso dejado
sobre la mesa,
Estuve cómodo en mi propia piel como si está no
estuviese estriada,
Me besaste y entonces el tiempo se detuvo,
Me tocaste y entonces mi alma se sintió libre,
Y es así como debía de ser…sin temor alguno,
Sin prisa, sin remordimientos,
Sin sentir que algo estaba mal o sin sentir que
no me hallaba en este mundo,
Y así en paz plena, en dicha epitelial y
enamorado,
Me quedé en tus brazos,
Como el aire se queda en mis células,
Me quedé mirando tus ojos verdosos,
Como la tierra mira el ondulante manto de la
aurora,
Y ya han pasado diecisiete años desde ese beso,
Y no podría comenzar mis días sin uno más…
Aquí me quedo…contigo,
En este pellizco de primavera que es nuestra
casa,
Aquí me quedo…contigo,
Porque la vida a tu lado es siempre más bella.
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