La depresión ha saltado a mí como un sapo,
Y sobre mis labios se ha balanceado,
Y en ellos ha defecado,
Entonces mis rimas son sólo un rosario de
penas,
Una que se reza cuando nadie me está viendo,
Cuando estoy acurrucado en mi cama,
Y el yace dormido ignorante de lo vacío que me
siento,
Sin embargo, la pena no es como un reloj
afinado,
Y a veces logro esbozar una sonrisa,
Acompañada de una mirada que brilla como pasto
bajo la lluvia,
Y de ella se deslizan palabras almendradas,
Como la neblina rala de Marzo,
Y hay días en que mis manos y mis pies se
sienten como tiempo de cosecha,
Con emociones que florecen en miles de colores
hermosos,
Y hasta yo me siento hermoso,
Y sonrío como alguien que aún disfruta de la
vida,
Y acaricio sin disimulo,
Abrazo fuerte y con sentimiento de pertenencia,
Canto, desentonado, pero con sentimiento vivo,
Y si me quedo en silencio puedo oír mis propios
latidos,
Y me alegra el hecho de seguir respirando,
Y las ganas de verte y tocarte me parten los
nervios,
Me desespero…
Pues hay días en que deseo perderme debajo de
tu ropa,
Y quedarme allí hasta que la muerte se nos una,
Pero sólo son pocos días,
Y como flores con fecha de caducidad…luego
vuelvo al letargo,
A esa sosa existencia llena de narcóticos,
A este barrio marginal que llamo vida,
En la que transito sin prestarle atención a las
voces que se impregnan en el entorno,
Como grafiti plagado de mensajes suicidas y
palabras obscenas,
Sólo por unos días puedo sonreír siendo
sincero,
Luego vuelvo al claustro donde mis uñas marcan
los días que espero a la sentencia,
El final de todo…a mi querida hermana muerte.
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