Podría comerme el cielo,
Como si fuese una manzana madura y jugosa,
Podría devorar su extensa oscuridad esta misma
noche,
En que mis ojos se reúsan a cerrarse,
En que mi corazón se reúsa a desacelerarse,
Mirarlo sin recato alguno y hasta lascivamente…
Podría abrazar el tiempo con tanta rudeza
Que me quebraría las pocas costillas sanas que
aún tengo,
Y aun así querría más,
Pues me siento vacío por dentro,
Vacío como un salmo que se clama sin fe,
Porque aunque me toques me siento frío,
Porque aunque me beses no me siento hermoso,
Como lo hacía hace algunos años…
Podría ofrendar mi vida sin dudarlo por un
instante,
Después de todo me pesa como una alforja llena
de piedras,
Y mis piernas se rehúsan a dar un paso más,
Ni siquiera a arrastrarse hacia delante un
centímetro más,
Ya no tengo ganas de nada,
Me siento vacío como esta noche sin estrellas,
Como mil y un mantras escurriéndose entre las
cuentas de madera,
Del Yapa Mala con el que medito procurando
encontrar bondad en mi alma,
Y descubriendo que nunca hubo,
Ni siquiera una pizca,
Heme aquí derramando un rosario de lágrimas que
repta por mis mejillas,
Esperando que se vuelvan un charco salado,
Tan profundo y tan denso,
Que me pueda ahogar en él…sin miedo,
A decir verdad, con un poco de entusiasmo,
Estoy vacío por dentro,
Y tus te amo, me atraviesan como si fuesen de
agua y no de fuego,
Estoy vacío por dentro,
Y lo único que temo es hacerte daño,
Consumirte como esta vela,
Con el fuego turbio y violento de mis anhelos
suicidas.
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