Amor! Esa enfermedad de tono rojo,
Esa que fluye como lluvia debajo de la piel
toda,
Que hace que los labios florezcan aun cuando
estén secos,
Y las caderas se sientan fértiles aun estando
maltrechas,
Y mis rimas sisean al enroscarse entre mis
gemidos,
Entre esas alegóricas mamíferas
Que parecen eternas,
Al menos en tus manos obstinadas,
Al menos en este rinconcito de primavera,
Como una rosa azul que yace curtida en resina,
Una que ha abandonado su delicadeza,
Pero no su aroma,
Y por eso la sigues tratando con gentileza,
Por eso me sigues acariciando como lluvia que
rueda por la ventana,
Por eso te sigues acurrucando a mi lado en la
noche fría y sin luna,
Y seguimos despertando uno al lado del otro,
Como la ciudad despierta junto con la mañana,
Amor! Esa enfermedad de tono rojo,
Que se propagó infecciosa en mi ser más
recatado,
Y que después de diecisiete años aún me tenga
presa suya,
Así que bésame suave,
Abrázame fuerte,
Di mi nombre,
Y quedémonos juntos un instante más en esta historia
nuestra,
Que se tararea como una canción en Fa
sostenido,
De aquí hasta que la eternidad alcanza la
verdad de su esencia.
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