La culpa viene sigilosa como las patas del
gato,
Luego se acurruca en cada rincón cálido del
alma,
Entonces uno ya no se pertenece a si mismo,
Sino a lo que hizo y lo que no,
Y sigue pensando…analizando,
Tratando de no enredarse en las púas
De esa menta que parece campamento de
concentración…
Donde hay más gas que substancia,
Donde hay un eco constante de miseria y desesperanza…
La culpa llega sigilosa,
Como las esporas del diente de león arrancadas
por la brisa,
Y se disemina en cada rincón del alma,
Y pienso en lo que hice, en lo que no…
En lo que pretendí hacer y cómo resulto todo,
Desastroso como mí cabello al despertarme,
Desordenado como mis pensamientos,
La culpa ha venido sigilosa y agazapada entre
mis actos profanos,
Los cuales intento minimizar con poco recato
Y con suma soberbia,
Como un cowboy psicópata, montado en un tiburón
blanco,
Aferrado a ese imposible que sabe que lo
devorará por completo,
Estoy lleno de culpa como agua y sangre,
Así que no me toques esta noche,
Que me siento pegajoso por los besos de otros
labios,
No me mires esta noche,
Que ya no me siento tuyo…
Lo siento, te fallé,
Lo siento, te traicioné,
Lo siento, perdí el control de mi ingle
inquieta,
Ahora me siento tan ajeno a este tu lecho,
Como la nieve forastera cayendo sobre el suelo
de Egipto,
Lo siento, te fallé,
Lo siento, te traicioné,
Lo siento, ojalá puedas perdonarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario