martes, 28 de mayo de 2019

Bien


El silencio me enseño a oír la voz de mis latidos,
La desesperanza me enseño la fuerza de mis ideales,
El dolor me enseño el valor de mi propia alma,
La soledad me enseño la ternura de mis piernas,
Y la noche me enseño a ser paciente,
A caminar despacio entre mi pesadillas,
A ser amable con mis propios demonios,
A abrazarlos afectuosamente,
A no creer en sus palabras y murmullos,
El tiempo me enseño que su paso aunque veloz siempre es recio,
Firme como mi ingle cuando la luna se enfunda en el cielo,
Y la mañana recoge sus enaguas arrugadas y grisáceas,
Intentando seducirme por enésima vez
Pero al saberse ignorada volverá a irse sintiéndose derrotada…
He aprendido tanto de este mundo,
Al tocarlo, al caminar descalzo, al mirar con detenimiento,
Al reconocer que el dolor no me define,
Y su amor le enseño a mi cuerpo garabateado por tantos nombres
Que puede ser grácil y digno,
Y su voz me enseño que mi nombre rima con un te amo,
Y ahora solo reconoce el calor de sus piernas como marca indeleble,
Como credo santísimo,
Como lo único que me pertenece
Y me hace bien…
Oh Dios…me hace tanto bien!

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