Has entrado en mi
alma,
Como coneja que escaba
su madriguera,
Sin retroceder nunca,
Siempre entrando más a
fondo,
Allí has anidado,
Y has parido tus
caprichos,
Y todo mi ser lo has
llenado de tu voluntad recia,
Mi poesía se ha vuelto
solo la arena asentada
En los túneles que
conducen a la soledad extrema,
Pues aun cuando me
acaricias,
Me siento sólo y
desamparado,
Me siento vacío como
el estómago sin bocado,
Conociendo la negrura
de la desesperación en tu mirada,
Y lo liviana que puede
ser mi cordura entre tus dedos,
Entre tus piernas
inquietas,
Entre los trazos maquiavélicos
de tus caderas…
Esta es mi historia
impresa en garabatos
De tus dedos en mi
piel de primavera,
Y mi voz
metamorfoseando tu nombre en gemidos y letanías,
Alquimia de
intercambio,
Mi ser todo por un
poco de tu cariño,
Mi ser todo por un
poco de tu tiempo.
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