El dolor me
estrangulo las costillas,
Las quiso
quebrar, moler como sal gruesa en un mortero,
Pero no lo
logro, aún respiro,
Y aunque lo hago
con dificultad, no me quejo,
Es más sonrío,
Aún estoy
entero,
Mis piernas
siguen siendo traviesas,
Mis manos siguen
siendo aventureras,
Mis miradas
siguen siendo como flores color chocolate,
Anunciando la
primavera,
El dolor quiso
aniquilar la voz de mis rimas,
Quiso desintegrar
mis versos, y no lo logró,
Sólo me hizo me más
fuerte,
Me hizo echar raíces
más profundas,
Encontrar el
rayo plateado que recorre mis Chakras,
Me hizo encontrar
el vigoroso resonar de mi pecho,
Como tambor de
guerra,
El dolor me
quiso consumir como incienso encendido,
Pero no lo
logró,
Sólo hizo que mi
esencia se volviera más densa,
Como la sangre
que fluye por mis venas
Como mis
pensamientos más lascivos,
Solo me hizo
encontrar la música en el crujir de mis codos y rodillas,
Me hizo oír con
más tensión a las cuerdas tensas de mis músculos,
Me ayudo a
volver esas fibras punzantes y dolorosas,
En cuerdas de un
estradivarios que suena a Primavera,
Cuando él me
acaricia y me da aliento,
El dolor me
quiso destruir como una aldea invadida por bárbaros,
Incendiando todo
con fuego y fiebre, pero no lo logró,
Y no lo logrará,
Hoy lo recibo en
este templo quejumbroso que es mi cuerpo,
Y lo dejo andar
libre,
Pues no importa cuánto
intente saquear mis arcas de esperanza,
Siempre abundará
como amapolas en un prado fértil y tibio,
El dolor me
susurre al oído intrincados planes suicidas,
Pero ninguno de
ellos me sonó tan dulce o convincente
Como la voz de mi
novio diciendo: Te amo.
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