Aunque permanezcas estoico como un muro de alabastro,
Mis manos traviesas de hiedra
Reptarán sobre ti y sucumbirás a mis deseos,
Y cuando mi frescura arañe tu espalda,
Sonreirás como el sol durante primavera,
Y entonces seremos esa canción que las ninfas tararean
con ahínco,
Seremos esa rima que hace eco entre las hojas frescas,
Y cuyo pulso se sincroniza con la tierra
Y viaje entre las raíces de las plantas,
Para que estas florezcan e inviten a las abejas,
Y entonces ellas lleven el polen a confines
desconocidos,
A recovecos inocentes
A suelos más fértiles…
No importa que a veces me mires con esa frialdad de
lápida recién tallada,
Pues tan pronto como mis dedos avanzan como hormigas
Marchando de par en par sobre tus piernas,
Sonríes con esa complicidad que nos une,
Como lo aire, el agua, la tierra, el fuego y el
espíritu,
Como los Chakras que se abren cual amapolas maduras,
Sin pudor alguno,
Sabiéndose hermosos y llenos de vida…
No importa que a veces seas arisco como las playas de
Lima,
Pues mi alma efervescente viene como olas,
Acariciando, provocando, y alejándose un poco
Para que te desesperes por unos segundos,
Y me mires y me pidas que no pare,
Que recorra tus curvas y planicies como se recorre el firmamento
con los ojos,
Como se recorre la vida misma,
Con entusiasmo…con esperanza…
No importan nuestras marcadas diferencias
Como las del otoño y la primavera,
Pues el destino nos juntó en este sendero
Y sólo si caminamos juntos llegaremos a nuestro destino,
Como un solo río yendo a fundirse en el mar del
infinito,
Tú en mí,
Y yo en ti,
Por siempre juntos,
Siendo uno…sólo uno.
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