Yacen las
sombras con los cráneos perforados,
Mi tranquilidad
se volvió una bala justiciera,
Y allí tendidas
en el suelo han quedado,
Tapizando el
camino de retorno al pasado,
Ese estrecho
tramo que conecta con el dolor que he vivido,
Pero no más,
No más
guerrillas en mi mente,
No más bombas
molotov de depresión y angustia,
No más lluvia de
afiladas cuchillas bañadas en ponzoñosa culpa,
No más,
Todo eso ha
quedado atrás,
Como la guerra
en las fronteras de mi cordura,
Y yacen allí los
restos de fusiles descargados con ira,
De carros
blindados en los que me oculte para no ser lastimado,
Allí yacen
tendidas las sombras tormentosas,
Y por fin mis
versos se columpian en sonrisas,
Que embellecen
mis mejillas regordetas,
Por fin mis ojos
están suficientemente secos como para ver el sol y la luna,
Con claridad
plena,
Si…ya han muerto
las sombras,
Y no hay quién
las llore,
No hay velorios
quejumbrosos,
No hay gaitas y
medallas,
Nadie las
extrañará,
Nadie…nadie.
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